ERMITA DE SAN MIGUEL
Alto Nervión
Orozko | Bº Beraza
Resumen (PDF)
Barrio Beraza (48410)
p.sanjuan.orozko@bizkeliza.org
EDIFICIO [1]
Los muros son de mampostería, en gran parte en forma de lajas. Se refuerzan engrosándose ligeramente en su mitad inferior. Además al norte, la zona más inclinada, se zocalean, mientras que a sur y oeste un banco corrido adosado al muro [6] cumple esas funciones. Al exterior el material queda visto hasta media pared y parcialmente encalado desde allí hacia arriba. Sólo hay piezas mejor trabajadas en el recerco de accesos, ventanas y esquinales.
Al interior las paredes están raseadas, quedando tan solo a la vista una franja a modo de zócalo, el recerco de los accesos y los soportes de la bóveda. La sobriedad de la pintura de los muros sólo se ve rota por el pabellón en cortinaje que enmarca el retablo.
Cuenta con pavimento de enlosado de piezas de piedra bien escuadrada que encajan a hueso.
Los soportes internos [7] son pilastras sobre un plinto y con unas salientes fajas a modo de capiteles.
En ellos descansan las bóvedas, de aristas entre arcos fajones lisos en arco rebajado y formeros en medio punto. En la cabecera la bóveda es de tres paños.
El tejado es a dos aguas salvo en la cabecera, donde tres faldones se adaptan al ochavo.
A los pies se abre el acceso [8] principal al templo, un hueco de dintel monolítico acompañado de una aguabenditera [9] muy rudimentaria, aproximadamente hemiesférica y sobre ella Cruz. Existe un segundo ingreso en la cara sur idéntico, incluida la aguabendirera.
La iluminación se consigue gracias a tres ventanas adinteladas abiertas al sur en el ochavo y los dos primeros tramos.
El coro [10] ocupa casi todo el último tramo, aunque curiosamente no abarca en toda su anchura. Es una sencilla estructura de madera con escalera claustral al ángulo suroeste.
Desde la cabecera, al norte, un paso adintelado comunica con la sacristía, un reducido espacio de nulo interés.
Sobre el hastial de los pies se yergue la espadaña [11], una pantalla de un cuerpo para vano en medio punto sobre impostillas y con decoración de pináculos piramidales para bolas –algunas perdidas–.
Tiene un pórtico [12] de madera apeado en canes al muro y en pies derechos con jabalcones y sobre murete al exterior.
Destaca este espacio por su solado, un encachado [13] de canto rodado de río colocado formando una alfombra de motivos geométricos y florales.
Una vez más encontramos una ermita que combina elementos de inspiración culta, como son las bóvedas, con unos modelos constructivos populares muy pragmáticos.
Cuenta la leyenda que esta ermita se comenzó a edificar en otro lugar, pero que cada mañana los materiales aparecían milagrosamente en su actual emplazamiento, hasta que los vecinos optaron por ubicarla en él1URTIARTE GOTI, p. 203..
Tradiciones aparte, el templo se remontará hasta la Edad Media: Iturriza mencionaba en 1794 la presencia de un sarcófago monolítico y ocasionalmente se han hallado restos humanos al labrar las tierras del entorno, lo que nos hace pensar en una necrópolis medieval2BARRIO 1989-1991, vol. 1, p. 456. OJANGUREN IRALAKOA, 1997, p. 85. BOPV, 1997-6-5, Declaración de Zonas de Presunción Arqueológica de Orozko (Bizkaia). . Y como veremos parte de sus imágenes son tardogóticas.
Pero las noticias escritas se retrasan hasta 1702, cuando arrancan sus libros de cuentas. Por ellos sabemos que, debido a su mal estado, la ermita se reedificó en 1779 “empleando los maravedis que entonces tenia, supliendo los muchos que faltaron para perfeccionar la obra los vecinos feligreses de dicha parroquia de San Juan”.
Después de esa fecha hubo frecuentes obras menores, entre las que cabe destacar el enlosado del templo, realizado en 1799-1800 por Francisco de Arana “y compañeros canteros”3AHEB-BEHA, Parroquia de San Juan Bautista de Orozko – Zubiaur, Cuentas de la ermita de San Miguel de Mugarraga 1702-1935, sign. 2970/001-01..
Otra intervención importante tuvo lugar en 1847: el pavimento y sobre todo el tejado estaban en muy mal estado, y se pidió un peritaje al carpintero Manuel de Ibarrondo. Este concluyó que de no actuarse pronto el edificio se arruinaría, estimando el coste de la obra de 1.700 a 1.800 reales, una cantidad relativamente importante. El vecindario acordó encargar los trabajos al mismo Ibarrondo, quien pudo recortar el coste gracias a la colaboración de algunos vecinos: 1.425 reales y 17 maravedíes4Ibid..
La ermita fue rehabilitada en 2008-2009.
1. URTIARTE GOTI, p. 203.
URIARTE GOTI, Pablo. “Orozko. Ermita de San Miguel de Mugarraga”. En Etniker Bizkaia. Bilbao: Instituto Labayru, 1985, nº7, pp. 199-211.
2. BARRIO 1989-1991, vol. 1, p. 456.
BARRIO LOZA, José Ángel (dir.). Bizkaia. Arqueología, urbanismo y arquitectura histórica. Bilbao: Universidad de Deusto – Deiker / Diptación Foral de Bizkaia – Urbanismo y Medio Ambiente, 1989-1991, 3 vols.
OJANGUREN IRALAKOA, 1997, p. 85.
OJANGUREN IRALAKOA, Pedromari. Paseos por Orozko. Bilbao: Edición del autor, 1997.
BOPV, 1997-6-5, Declaración de Zonas de Presunción Arqueológica de Orozko (Bizkaia).
3. AHEB-BEHA, Parroquia de San Juan Bautista de Orozko – Zubiaur, Cuentas de la ermita de San Miguel de Mugarraga 1702-1935, sign. 2970/001-01.
4. Ibid.
MOBILIARIO
Retablística
En el inventario realizado en 1759
“se reconocieron tres altares, el primero, que se halla en medio de los otros dos, tiene su corateral dorado, y en el colocado el bulto y efigie de San Miguel; en el segundo se haya colocada en un corateral pequeño el bulto y efigie de Nuestra Señora de la Piedad; y en el terzero tanbien se hallan colocados en su corateral las efigies y bultos de Nuestra Señora de la Concepcion y San Juan Crisostomo”.
Poco después, en 1767, se realizó una “estension del retablo” para poder colocar una imagen de Jesucristo procedente de la ermita de la Santa Cruz, que había sido demolida5Ibid..
Poco de todo aquello ha llegado hasta nuestros días. Hoy sólo se conserva un retablo [14]. En madera en su color, con soportes y algunos elementos decorativos dorados, es de zócalo, un piso y ático, aquellos de tres calles.
Las casas [15] se definen por columnas compuestas acanaladas con el tercio inferior entorchado girando en sentidos alternos, soportes estos que se adelantan quebrando zócalo y entablamento. Las hornacinas laterales son adinteladas y rematan en frontón triangular partido; la central se cierra en arco escarzano.
Encima y debajo del piso discurren encadenados clasicistas con botones centrales de flores circulares.
En el ático [16] una nueva casa adintelada entre pilastras acanaladas y columnas estriadas con dados a modo de capiteles sujeta otro entablamento como el anterior y frontón triangular.
Se trata de un sencillo pero digno retablo del barroco clasicista. Las columnas nos llevan hasta la tercera década del siglo XVII6ZORROZUA SANTISTEBAN, 1998a, pp. 118-123., aunque los encadenados de zócalo y entablamentos quizás resultaran un tanto anticuados para esas fechas. En cualquier caso, muy anterior a la refacción de la ermita en 1779.
El frente de altar [14] es un panel con marco de carnosas hojas, más moderno que el retablo, que lleva motivos pintados en dorado de perfil geometrizado, un cáliz al centro y pareja de cruces.
Envuelve el retablo un pabellón pintado, un cortinaje pendiente de una corona. Mucho más sencillo de lo habitual (es un simple perfil en tonos marrones), fue realizado en 1862 en un muy popular estilo tardoneoclásico7AHEB-BEHA, Parroquia de San Juan Bautista de Orozko – Zubiaur, Cuentas de la ermita de San Miguel de Mugarraga 1702-1935, sign. 2970/001-01..
La imaginería que acoge este mueble es variada en cuanto a su estilo y cronología.
Abajo una Virgen con el Niño [17] (90 x 40 x 27). Madera policromada. Sobre una media luna, se erige María que lleva al Niño sujeto con ambos brazos. Es una talla de destreza limitada, de facciones inertes, siendo algo mejor el trabajo de los paños, blandos en la túnica y más quebrados en el manto. Está repintada. Será coetánea al retablo o poco posterior. Barroco, siglo XVII.
Lleva corona [18] (19 x ø13 x ø16 ). Plata en su color. Compuesta por cuatro imperiales y canasto, decorado todo ello con ces enfrentadas, espejos y algunas hojas en rocalla. Siglo XVIII.
Esta imagen era antiguamente trasladada en procesión hasta la parroquia de San Juan de Duluman en épocas de sequía8ARREGI AZPEITIA, 1987, vol. 2, p. 492..
A sus lados San Gabriel [19] (87 x 46,5) y San Rafael [20] (88 x 45), en este caso óleos sobre tabla, de rasgos ingenuos, y colores bastante planos a pesar de buscar el volumen y el efecto claroscurista. Se identifican por sendos rótulos bajo el tímpano de remate. Barrocos, siglo XVII.
El ático lo preside el titular, San Miguel [21]. Madera policromada. En actitud combatiente, aprisiona al demonio bajo sus pies. Su gesto sin embargo es manso, sin efusividad. Más esmerado es el trabajo de las telas, abundantes y con ciertos detalles tallados en la indumentaria o plasmados en la policromía a punta de pincel (calzones y polainas). Conserva los atributos que le son propios, la espada en lo alto con la derecha y la balanza para pesar las almas en la otra mano. Barroco, siglo XVII.
A su lado vemos una Virgen Orante [22] (84 x 31,5 x 14). Madera policromada. Talla femenina en pie, en actitud orante, de notable calidad, con gesto dulce y humilde, vestida con ricas telas. No presenta ningún elemento que permita aclarar su iconografía pero, como Virgen orante, pudo haber formado parte de un Calvario aunque lo jovial de su rostro la aleja del modelo de Dolorosa. Muestra gran influencia flamenca, por las características formales, sobre todo de las telas, y por recordar algunos grabados flamencos. Es una brillante pieza tardogótica, de la última década del siglo XV9MUÑIZ PETRALANDA, 2011, pp. 18, 90, 189-190, 226, 294; CD pp. 62-65..
En el otro extremo San Juan Evangelista [23] (90 x 28 x 23). Madera policromada. Imagen del santo en pie, sujetando el cáliz con una mano mientras lo señala con la otra; también su mirada se dirige a este elemento. El rostro es dulce, ensimismado. Se viste con telas que caen en pliegues duros, repolicromadas en tintas planas. Como la anterior, es talla tardogótica, de 1510-1520, aunque mucho más discreta10Ibid., pp. 84-85, 122, 294..
Escultura
Cristo crucificado [24]. Madera policromada. Imagen de potente anatomía, destaca también en la conformación carnosa de las guedejas del pelo y el plegado del paño de pureza. Romanista, hacia 1600.
Metalistería
Campana [25]. Bronce. Esquilonada.
Cruz-veleta [26]. Hierro forjado. Pieza sencilla, de brazos de cuadradillo con remate flordelisado y unidos mediante ces de las que arrancan rayos vibrantes. El timón es de cola en bandera calada. Será de hacia 1800, cuando se renovó el templo, pero aún de recuerdos barrocos.
Elementos de interés etnográfico
Cuatro sillas reclinatorio [27]. Madera y mimbre. Elementos aún frecuentes en los templos rurales, aunque ya sin uso desde la introducción de los bancos corridos. Cada reclinatorio era propiedad de un caserío.
Elementos custodiados en el depósito diocesano (orfebrería)
Cáliz [28] (21,6 x ø13 x ø7,6). Plata en su color. Pie redondo que se desarrolla en bocel y alcanza el astil en perfil troncocónico hasta el nudo de estilizado jarrón; la copa es esbelta con filete bajo separando subcopa. Se trata de una elegante pieza clasicista, que por suerte presenta en la pestaña del pie las marcas de ciudad (Valladolid, frustra) y del artífice Marcos Martín Ibáñez (IBAN/EZ), activo en 1672-1699.
Lleva patena a juego (ø12,3).
JMGC – RCL – AAS – MRV
5. Ibid.
6. ZORROZUA SANTISTEBAN, 1998, pp. 118-123.
ZORROZUA SANTISTEBAN, Julen. El retablo barroco en Bizkaia. Bilbao: Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, 1998.
7. AHEB-BEHA, Parroquia de San Juan Bautista de Orozko – Zubiaur, Cuentas de la ermita de San Miguel de Mugarraga 1702-1935, sign. 2970/001-01.
8. ARREGI AZPEITIA, 1987, vol. 2, p. 492.
ARREGI AZPEITIA, Gurutzi. Ermitas de Bizkaia. Bilbao: Diputación Foral de Bizkaia / Instituto Labayru, 1987, 3 vols.
9. MUÑIZ PETRALANDA, 2011, pp. 18, 90, 189-190, 226, 294; CD pp. 62-65.
MUÑIZ PETRALANDA, Jesús. Reflejos de Flandes. La escultura mueble tardogótica en Bizkaia. Bilbao: Museo Diocesano de Arte Sacro, 2011.
10. Ibid., pp. 84-85, 122, 294.